U.
A. A. - C. A. y C. - L. L. H. - L. M. C.
Carlos Aguilar Esparza
Introducción
Bartleby,
el escribiente
o Bartleby, the Scrivener: a Story of Wall-street, es un relato corto
publicado en 1853 en la revista Putnam’s
Monthly. A Magazine of Literature, Science, and Art. New York [etc.]
durante
los meses de noviembre y diciembre. Escrito por Herman Melville,
autor también de Moby Dick or The Whale, Bartleby,
el escribiente
fue traducido al español por Jorge Luis Borges, es en estas
versiones, publicada una en
http://www.wattpad.com/142546-bartleby-el-escribiente-trad-de-j-l-borge
y la otra en http://www.bartleby.com/129/ en las que está basado
este análisis.
Verosimilitud
Uno
de los puntos favorables de esta obra de Melville es la
verosimilitud, esa armonía de las descripciones que se entregan al
lector (ya sea de parte del narrador: “...la
irritabilidad y la consiguiente nerviosidad de Nippers eran más
notables de mañana...”
o por los comentarios de los personajes: “Creo
que su conducta es insólita, y ciertamente injusta hacia Turkey y
hacia mí.”)
con las acciones que son realizadas por los personajes. Tzvetan
Todorov habla de una ley
de lo verosímil
de modo que todas
las palabras, todos los actos de un personaje deben armonizarse en
una verosimilitud psicológica, como si en todas las épocas se
juzgase verosímil la misma combinación de cualidades.
Esto lo logra Melville mediante la evolución de las acciones, no de
los personajes. Las acciones -aunque afectan de cierto modo la
respuesta de los personajes- no modifican el patrón de respuesta con
el que cada personaje es atribuido, así tenemos que el Nippers que
se dibuja en la primera aparición es el mismo que el que aparece
durante todo el relato (con los mismos cambios de humor que señalan
el autor estético y el narrador:
“la irritabilidad y la consiguiente nerviosidad de Nippers eran más
notables de mañana, y que de tarde estaba relativamente
tranquilo.”),
lo mismo ocurre con Turkey, con el narrador e incluso con Bartleby.
Narrador
El
narrador utilizado por Melville para este relato es interesante por
muchas razones, la primera es que es, al mismo tiempo, un personaje.
De ello se desprenden otras cuestiones igualmente peculiares: el
narrador ya no
puede ser omnisciente, además, ahora cuenta la historia en primera
persona, esto es claramente apreciable en el comienzo del texto: “Soy
un hombre de cierta edad. En los últimos treinta años, mis
actividades me han puesto en íntimo contacto con un gre...”
Soy,
mis, me han:
todo se refiere al narrador, no obstante, el personaje-narrador no se
niega la oportunidad de describir las acciones de otros personajes,
por ejemplo en el párrafo:
Se excusó, mansamente: dijo que estaba muy ocupado y que prefería no recibirme por el momento. Añadió que sería mejor que yo fuera a dar dos o tres vueltas por la manzana, y que entonces habría terminado sus tareas.
Además
de narrar todo desde su punto de vista, el narrador “baja de su
atalaya” y en lugar de ser él quien diga lo que ocurre a su
alrededor, permite que el lector sepa los diálogos por “la voz”
de los personajes:
-Turkey -dije-, ¿qué piensa de esto? ¿Tengo razón?-Con todo respeto, señor -dijo Turkey en su tono más suave-, creo que la tiene.-Nippers. ¿Qué piensa de esto?-Yo lo echaría a puntapiés de la oficina.
Aunque
no todas las intervenciones de los personajes terminan como diálogo,
sino como monólogo dicho por el personaje-narrador a Bartleby y no
al lector directamente:
-Bartleby -le dije-, le debo doce dólares, aquí tiene treinta y dos; esos veinte son suyos ¿quiere tomarlos? -y le alcancé los billetes.Pero ni se movió.-Los dejaré aquí, entonces -y los puse sobre la mesa bajo un pisapapeles. Tomando mi sombrero y mi bastón me dirigí a la puerta, y volviéndome tranquilamente añadí:-Cuando haya sacado sus cosas de la oficina, Bartleby, usted por su...
Este
ejemplo de narrador acerca al lector a un punto de vista único y
-posiblemente- tan alejado de los demás que no permite casi
enterarse que existen.
Personajes
El
personaje principal dentro del relato no tiene nombre. No es
Bartleby. Es quien introduce a la historia y guía a través de ella,
sin embargo, no se toma la molestia de decir su propio nombre. Este
personaje actúa también como narrador. Es sobre él que recaen las
decisiones a tomar durante el transcurso del relato (“Pero
cuando el resentimiento del viejo Adams se apoderó de mí y me tentó
en lo concerniente a Bartleby, luché con él y lo vencí.”)
y
sobre quien mejor se pueden apreciar las consecuencias de las
acciones:
En la esquina de Broadway y la calle del Canal, vi a un grupo de gente muy excitada, conversando seriamente.-Apuesto a que... -oí decir al pasar.
-¿A que no se va? ¡Ya está! -dije-, ponga su dinero.
Instintivamente metí la mano en el bolsillo, para vaciar el mío, cuando me acordé que...
Esto
no es gratuito, ya que el autor ha manejado un enfoque narrativo tan
cerrado que solamente se puede conocer lo que ocurre dentro de la
mente y los campos visual y auditivo del narrador quien, con una
excepción (“El
rumor es éste: que Bartleby había sido un empleado subalterno en la
Oficina de...
”), permite saber sólo lo que el mismo conoce: De
Bartleby no sé otra cosa que la que vieron mis asombrados ojos...
Bartlebly
es, en cuanto a importancia, el siguiente personaje; de él se tienen
algunas descripciones medianamente físicas: “Reveo
esa figura: ¡pálidamente pulcra, lamentablemente decente,
incurablemente desolada! Era Bartleby.”
y “Su
rostro estaba tranquilo; sus ojos grises, vagamente serenos. Ni un
rasgo denotaba agitación.”
Está, entonces, apenas más dibujado que el narrador, no obstante,
sus acciones -o inacciones- son más claras:
...el amanuense tuvo que hacer otro largo trabajo. Su conducta extraordinaria me hizo vigilarlo estrechamente. Observé que jamás iba a almorzar; en realidad, que jamás iba a ninguna parte. Jamás, que yo supiera, había estado ausente de la oficina. Era un centinela perpetuo en su rincón. Noté que a las once de la mañana, Ginger Nut solía avanzar hasta la apertura del biombo, como atraído por una señal silenciosa, invisible para mí.
Con
respecto a Turkey, Nipper y Ginger Nut, quienes son los siguientes
personajes, hay descripciones físicas más claras
Turkey era un inglés bajo, obeso, de mi edad más o menos, esto es, no lejos de los sesenta. De mañana, podríamos decir, su rostro era rosado...
Nippers, el segundo de mi lista, era un muchacho de unos veinticinco años, cetrino, melenudo, algo pirático...
Ginger Nut, el tercero en mi lista, era un muchacho de unos doce años.Su padre era carrero, ambicioso de ver a su hijo, antes de morir, en los tribunales y no en el pescante...
Ya
que son personajes secundarios, sus acciones cobran menor sentido,
remarcando o dibujando mejor a Bartleby y al narrador:
-«¿Prefiere no ser razonable?» -gritó Nippers-. Yo le daría preferencias, si fuera usted, señor. ¿Qué es, señor, lo que ahora prefiere no hacer? -Bartleby no movió ni un dedo. -Señor Nippers -le dije-, prefiero que, por el momento, usted se retire. No sé cómo, últimamente, yo había contraído la costumbre de usar la palabra preferir. Temblé pensando que mi relación con el amanuense ya hubiera afectado seriamente mi estado mental. ¿Qué otra y quizá más honda aberración podría traerme? Este recelo había influido en mi determinación de emplear medidas sumarias. Mientras Nippers, agrio y malhumorado, desaparecía, Turkey apareció, obsequioso y deferente. -Con todo respeto, señor -dijo-, ayer estuve meditando sobre Bartleby, y pienso que si él prefiriera tomar a diario un cuarto de buena cerveza, le haría mucho bien, y lo habilitaría a prestar ayuda en el examen de documentos.
Tiempo
y espacio
El
relato como tal no ocurre en el espacio, sin embargo, cuando el
narrador comienza a hablar de Bartleby se forma un espacio bien
definido: unas oficinas en un
piso alto en el n.o X de Wall Street.
En ocasiones el espacio se incrementa unas cuantas calles: corrí
por Wall Street hacia Broadway y saltando en el primer ómnibus,
o inclusive una gran parte de la ciudad: me
dirigí a la parte alta de la ciudad, a través de los suburbios, en
mi coche; crucé de Jersey City a Hoboken, e hice fugitivas visitas a
Manhattanville y Astoria. En
otras ocasiones el espacio disminuye tanto que todos los personajes
están apretujados detrás del biombo: preguntó
Turkey, apretándose respetuosamente en el estrecho espacio detrás
del biombo y obligándome, al hacerlo, a empujar al amanuense.
Casi
al fina de la historia, el espacio se vuelve otro, es la nueva
oficina: Horrorizado
ante este torrente, retrocedí y hubiera querido encerrarme con llave
en mi nuevo domicilio. O
en veces los jardines de la cárcel:
El patio estaba completamente tranquilo. A los presos comunes les estaba vedado el acceso. Los muros que lo rodeaban, de asombroso espesor; excluían todo ruido. El carácter egipcio de la arquitectura me abrumó con su tristeza. Pero a mis pies crecía un suave césped cautivo. Era como si en el corazón de las eternas pirámides, por una extraña magia, hubiese brotado de las grietas una semilla arrojada por los pájaros.
Al
final, el texto retoma su carácter falto de espacio, ya que a partir
de Creo
que no hay necesidad de proseguir esta historia...
no se menciona ningún espacio fijo y de hecho no hace falta porque
no es importante en la narración.
El
tiempo manejado en Bartleby,
el escribiente
es una gran analepsis, el narrador comienza y termina su narración
en un plano temporal mientras que lo narrado transcurre durante un
lapso anterior. No transcurre esta analepsis de forma continua y
fluida, si bien se puede pensar que los eventos dentro de esta llevan
un orden cronológico, se sabe que no son continuos uno de otro, son,
más bien, episodios separados, el mismo narrador la afirma: prefiero
algunos episodios de la vida de Bartleby...episodios
que en realidad son de la vida del narrador.
Intertextualidad
Dentro
de Bartleby...
se encuentran diversas relaciones con otras obras, como la pintura de
John Vanderlyn Caius
Marius on the ruins of Carthage
en la siguiente cita: ...una
especie de inocente y transformado Mario, meditando entre las ruinas
de Cartago! A
textos religiosos como “Un nuevo mandamiento les doy: ámense los
unos a los otros.” aparecido originalmente en el capítulo 13 del
Evangelio
de Juan.
Además
de obras artísticas y religiosas, aparecen referencias a eventos
sociales y políticos de Nueva York como la muerte del comerciante
Juan Jacobo Astor: El
finado Juan Jacobo Astor, personaje muy poco dado a poéticos
entusiasmos...
o la de Samuel Adams, asesinado con un hacha por John Colt (a quien
Melville -o el narrador- llama más infortunado): la
tragedia del infortunado Adams y del aún más infortunado Colt en la
solitaria oficina...
Bibliografía
MELVILLE,
Herman. (1853) Bartleby,
el escribiente. Trad.
Jorge Luis Borges. Alianza: España. 1998.
TODOROV,
Tzvetan. (1971) Literatura
y significación. Trad.
Gonzalo Suárez Gómez. Planeta: España.